Reflexiones para tí.

Abner

Anteriormente Saúl, al ver a David enfrentarse con el filisteo, le había preguntado a Abner, general de su ejército: -Abner, ¿quién es el padre de ese muchacho? -Le aseguro, Su Majestad, que no lo sé. 1 Samuel 17:55.

Cuando termina el relato de la victoria de David sobre Goliat, la Biblia presenta ese diálogo entre Saúl y Abner. Este personaje recorrerá algunos pocos capítulos del primer libro de Samuel, y coronará -contra la voluntad de Dios- a un hijo de Saúl (Is-boset) como rey de las tribus del norte.

Este militar mata, en la retirada de una batalla perdida, a Asael, hermano de Joab, el capitán del ejército de David.

Luego, Abner deja de lado toda su fidelidad y sus ¿principios?, para cruzarse al bando de David y prometer que hará todo lo posible para unificar el territorio de Israel.

La historia de este hombre, que termina siendo asesinado por Joab -más por venganza personal que por otra cosa-, nos muestra al ser humano del siglo XXI, que se mueve por la vida con principios caducos.

Abner era religioso. Parte de lo que obtenía por sus victorias bélicas los dedicaba para formar un fondo para el mantenimiento de la casa de Dios.

Abner era traidor. Por una acusación, que todo indica que tenía base verdadera, abandona al rey que representaba a su propia familia para ayudar al mayor enemigo de aquel rey. Hasta podríamos disculparlo porque estaba pasando “al lado correcto”.

Religioso y traidor. Religioso y mentiroso. Religioso y ladrón. Así, es difícil que las personas que nos observan crean en lo que predicamos.

Religioso y adúltero. Religioso y blasfemo. Religioso e inmoral. No hay nada peor para el testimonio de la iglesia que un cristiano vulgar; es peor -incluso- que un incrédulo mundano. De este último no se puede esperar nada positivo para el crecimiento del Reino de Dios en la Tierra. Pero del cristiano todos esperan mucho; por eso la desilusión es inmensa cuando no vive de acuerdo con su llamado.

Abner nos debería ayudar a entender que los principios son eternos y que, como tales, no podemos renunciar a ellos. Pero, más allá de esto, esta historia nos debería ayudar a entender que Dios espera que seamos cristianos coherentes, que hablamos y actuamos en la misma sintonía.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor






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